¡Acabemos con la energía nuclear!

Ponencia en un simposion de los Verdes, Madrid, noviembre 2006

Por una estrategia común europea
de Hartwig Berger

Es tiempo de crear una cooperación estrecha entre las fuerzas anti-nucleares en Europa. Pienso que únicamente con una lucha común y trans-nacional se puede acabar con la energía nuclear en todos los países de la UE. Y esto no es poco, pues el 35% de la energía nuclear mundial es producido en la UE, con 153 de 443 reactores.

Una de las razones para actuar unidos es la estructura de la industria nuclear: cada año se organiza más en un ámbito multinacional. En este sector continuamente hay compras, ventas y fusiones transnacionales. Por ejemplo la entrada de la empresa Sueca “Vattenfall” y de la EdF Francesa en Alemania o la fusión entre Framatome y Siemens, ahora “Areva”, que actualmente fomenta projectos nucleares en varios rincones del mundo.

El caso más reciente me parece el intento de la empresa Alemana E.ON de comprar Endesa. E.ON, que tiene 5 centrales nucleares en Alemania, se esfuerza por bloquear la salida del nuclear en ese país – con el capital de Endesa y su influencia en España seguro que puede conseguir mejor sus objetivos en ambos países. E.ON tiene la capacidad financiera comprar Endesa porque ha acumulado 14 billones de Euros en virtud de su obligación de formar reservas financieras para depósitos de desechos nucleares en un futuro aún lejano. Este dinero está libre de impuestos y además EON puede disponer libremente de él. Así que tiene la fuerza económica para comprar Endesa, aunque este dinero esté previsto para finanziar los residuos nucleares y la deconstrucción de las centrales nucleares en el futuro.

Por otra parte la sociedad Europea da suficiente apoyo al movimiento anti-nuclear. La última encuesta, hecha en el conjunto de la UE, dió el resultado siguente:

  • 7% están muy de acuerdo con la energía nuclear
  • 30% están de acuerdo más o menos
  • 31% más o menos no están de acuerdo
  • 24% de ninguna manera están de acuerdo

Hay discrepancias nacionales, por ejemplo en los países de Europa del este la mayor parte del pueblo aún tiene esperanzas e ilusiones nucleares, y en cambio en los países mediterráneos la gente está mucho más en contra, con los Españoles en primer lugar.

Quiero hablar sobre tres puntos, en los considero la cooperación Europea anti-nuclear importante y prometedora.

1. Euratom

En el próximo año Europa va a celebrar el 50 aniversario de los contratos de Roma. Con ellos en 1957 se formó el comienzo de la comunidad Europea. Pero hay otro contrato europeo que va a cumplir 50 años an 2007 y que mejor estuviera ya muerto: el Euratom. En los tiempos en que se formó Euratom había ilusiones grandísimas sobre la fuerza nuclear, que era considerada como la energía del futuro. Hasta intelectuales tan reconocidos como Albert Einstein estaban convencidos de que con la energía atómica se podían solucionar todos los problemas energéticos, que podría servir incluso de combustible en los aviones y barcos. Sabiendo bien que hay cantidades limitadas de urano en nuestra tierra, se esperaba tener una fuente ilimitada de combustible nuclear con la construcción de los famosos “fast breeder reactors”. Al mismo tiempo había una subestimación de los peligros y riesgos nucleares que hoy juzgamos irresponsable y muy corta de vista.

Hoy conocemos bien los riesgos y también el destino de la “fast breeder tecnology”. En la UE hubo dos intentos importantes de construir esas fábricas. Una estaba situada a orillas del Rhin y era una cooperación Alemano-Holandesa. Costó 2 billones de Euros más o menos, y hoy es una una ruina inacabada, que sirve de parque recreativo, un “Disneyland” de los errores nucleares del pasado. La otra, el Super-Phenix de Francia, entró en función en 1986 y fue cerrada en 1998, pero produjo electricidad solo durante algunos meses. Los costos se fueron acumulando hasta 10 billones de Euros, sin contar los trabajos de deconstrucción de la fábrica y de disposición de los residuos nucleares.

Hoy, las ilusiones nucleares han estallado como un globo – pero el contrato “Euratom” sigue estando en vigor. Cada país que entró en la comunidad Europea tuvo que firmar Euratom y está así obligado a fomentar la energía nuclear y a estar de acuerdo con subvenciones Europeas para evolucionar esta tecnología. De ahí que hasta hoy las subvenciones Europeas, previstas para el sector nuclear son más altas que el fomento de energías renovables. Hoy por hoy, la mitad de los estados miembros, 13 de los 25, no tienen centrales nucleares ni la intención de construírlas; otros, como Alemania, Bélgica y Suecia, han decidido – en Alemania acordado por ley – salir de este sector industrial. No obstante tienen que apoyar el nuclear a nivel Europeo, pues por fuerza son miembros de Euratom.

Grupos ecologistas y los Verdes fracasaron en el intento de anular Euratom durante las negociaciones sobre el texto de la constitución Europea. Al contrario, tuvieron que luchar contra la intención de Giscard d`Estaing, el presidente del convento constitucional, de revalorizar Euratom haciéndolo parte integrante de la constitución. No obstante hubo dos países, Austria e Irlanda, que intentaron convocar una conferencia de los estados Europeos sobre Euratom con la meta o bien de acabar con este contrato o de cambiarlo en uno voluntario, de modo que los países no nucleares pudieran salir del contrato. Esta iniciativa fue apoyada por el gobierno entonces rojiverde de Alemania. Hoy por hoy es importante que países como España se unan también a la inciativa de acabar con Euratom como contrato obligatorio en la UE..

2. Residuos nucleares

En el año 2002, Loyola de Palacios, siendo comisaria en Bruxelas, expuso una iniciativa para solucionar los grandes problemas con los residuos nucleares. Por varias razones esta iniciativa merece más atención. Primero, porque seguramente la Comisión Europea la presentará de nuevo en un tiempo próximo. Segundo, porque este borrador de Loyola de Palacios propone obligar los estados Europeos a decidir hasta 2008 dónde ubicar los depósitos nucleares y a construirlos hasta 2018.

Con ello la UE fomentaría la gran ilusión de que existan verdaderas soluciones para los residuos – una ilusión que es muy corriente en la política y en la opinión pública. Pero es erróneo opinar así. Según una comisión de expertos en Alemania – tanto pro-nucleares como críticos – publicada en 2002 también, hay que mantener los restos de los combustibles nucleares por lo menos un millón de años separados de la biosfera. Sería terrible que entraran antes p.e. en ríos o en aguas subterráneas, difundiéndose poco a poco por todo el planeta.

No es imaginable que se puede cumplir esta condición con la suficiente seguridad. Es posible constatar que desde un pasado remoto no hubo ni graves terremotos ni erupciones volcánicas en un lugar escogido. Pero, como pasa con todas las conclusiones sobre una base puramente inductiva: Esto no basta para hacer previsiones fidedignas para un futuro también lejano. Además, no podemos prever qué cambios habrá en el futuro, p.e. un nuevo tiempo glacial con consecuencias geológicas, la formación de nuevos mares etc. Y sobre todo, con la poca experiencia de las últimas décadas no sabemos qué transformaciones químicas e hidrológicas puedan causar los residuos nucleares en las formaciones geológicas dentro de miles y decenas de miles de años.

Entonces, cualquier depósito nuclear designado puede ser todo lo bueno que se quiera compárandolo con otros sitios; sin embargo no ofrece una solución segura que merezca este nombre. Este problema era y sigue siendo un argumento decisivo contra el uso de la fuerza nuclear en general, sea en el sector civil o en el militar. Por la inmensa radioactividad producida en la fisión nuclear existe el gran peligro de amplias contaminaciones. Así que, considerando los peligros, aunque lejanos, que engendramos para todo el planeta y para las generaciones futuras, la energía nuclear es y seguirá siendo una actividad irresponsable.

Por otro lado, hoy no tenemos más remedio que buscar lugares adecuados para depósitos nucleares que por lo menos sean capaces de minimizar en algo el peligro. La única estrategia para escapar de esta dialéctica del horror es combinar la búsqueda de posibles depósitos con un plan pactado de plazos fijos para la salida definitiva de la industria nuclear.

El proyecto de la comisión Europea por el contrario, apoyado por una mayoría de los gobiernos pro-nucleares, plantea soluciones aparentes – no verdaderas – para los residuos con la intención de poder continuar con la energía nuclear por un plazo indefinido. Esta estrategia y estas ilusiones de seguridad hay que combatirlas en todas las regiones de Europa y con una cooperación más estrecha.

Hay un tercer aspecto en los proyectos Europeos sobre los residuos que hace urgente una cooperación transnacional de sus adversarios: La comisión intenta derogar la responsabildad nacional de disponer de los residuos, facilitando así la exportación a otros paises, sea dentro o fuera de la UE. Esta idea fue corroborada por una decisión del parlamento Europeo en este año. La exportación de los residuos sería un camino muy cómodo para gobiernos pro-nucleares que temen los grandes conflictos en las regiones que deberían ser designadas para establecer depósitos.

El destino más probable seria Rusia, cuyo parlamento ya ofreció comprar residuos nucleares hace algunos años. El gobierno estadounidense, que hizo una oferta de cooperación mundial para fomentar el nuclear en febrero de 2006, por suerte no aceptada en la cumbre G-8 en Julio 2006, está negociando ya con Rusia sobre este tema.

La derogación de la responsabilidad nacional es una política muy peligrosa. En la actualidad, Rusia se encuentra ya en una situación desastrosa con respecto a los residuos nucleares, con amplias regiones ya contaminadas por radioactividad. Hay que temer que allí busquen los caminos mas económicos para las importaciones nucleares, y que reduzcan para ello las normas de seguridad.

3. El riesgo nuclear no conoce fronteras

La opción transnacional también es necesaria por el hecho de que las amenazas nucleares no tienen fronteras. No olvidemos: la catástrofe de Chernobyl no tuvo las consecuencias más graves en el mismo país, la Ukraina de hoy, sino en Belarus, hoy un estado vecino. Y además hubo contaminaciones muy serias en una distancía de 2.000 km. Hasta hoy los ciervos del círculo polar, la alimentación y el negocio más importante de los indígenas allí, no deben pastar en el campo libre. Imaginémosnos un catástrofe nuclear en el valle del Ródano en Francia que es el ambito nuclear más denso de Europa. Si hubiera viento del Noreste por seguro que regiones completas de España estarían contaminadas.

El riesgo sin fronteras nos obliga a ver en la salida nuclear una tarea transnacional y común. Por ejemplo en Alemania, aunque consigamos acabar con las centrales nucleares, previsto por ley paso a paso hasta 2021, no habremos excluido los peligros nucleares para nuestro país. Una catástrofe en un país vecino, en una de las 58 centrales de Francia, de las 6 de Bélgica (aunque allí tienen la intención de “salir”), las 6 de Eslovaquia o las 6 en la República Checa, puede causar contaminaciones horrorosas. Polonia ahora projecta centrales nucleares a orillas del río fronterizo con Alemania, la Oder, lo que por supuesto representaría los mismos peligros que las centrales supuestamente cerradas en Alemania.

O sea que hay que cooperar en la lucha por conseguir la salida nuclear. Una salida nacional como se intenta en Alemania, por más valiente que sea, queda coja, si no conseguimos una política semejante en otros países de la UE. Además, con el mercado libre que tenemos en Europa, a la industria nuclear no le importa dónde pueda producir electricidad. Por ejemplo, Bulgaria está proyectando 2 nuevas centrales nucleares en los próximos años, aunque ya está produciendo más energía nuclear de la que necesita, y eso que allí hay un gran derroche de energía. Por supuesto piensan en exportar la energía, a lo peor a compañías en países Europeos, que no favorecen el nuclear.

No es suficiente cooperar en la lucha por salir del nuclear. Hay que combinar esta lucha más estrechamente con la presentación de alternativas, dado que por ejemplo Alemania y España en 2005 cubrían el 28% y 24% de los gastos de electricidad con energía nuclear, ni hablar de France con sus 78%. La salida del nuclear es una estrategia prometedora únicamente si va en combinación con una estrategia fuerte de ahorro de energía y de ampliación del sector de las energías renovables. Si no conseguimos más exito en estos dos sectores, la salida del nuclear a nivel nacional llevará o bien a una producción mayor de gases invernaderos o bien a la importación de la electricidad proveniente de centrales nucleares en otras regiones – o peor aún, a ambas cosas a la vez.

 

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